EL CUERPO EN PALABRAS

 

Las mañanas tenían algo intenso que le costaba explicar, solo sabía que a veces prefería despertarse antes de que el sol dibujara sombras desde el horizonte… otras, elegía cobijarse ante el nuevo día, un ratito más, pero había unas pocas mañanas que la invitaban a investigarse paso a paso.

Le llevó muchas de estas últimas poder disfrutar el cuento que le contaba su cuerpo.

La primera vez que lo sintió, se descubrió enredando con singular destreza un mechón de su pelo y vio que su dedo índice se volvía una “J”, una “U”, una “S” y leyó en aquel gesto: JUSTIFICACIÓN. No fue hasta la próxima mañana de revelaciones que reconoció con total claridad que su mano entera era otra palabra: SUJETAR. En ese instante supo que quería saber de qué palabras estaba ella construida, y entonces leyó en su brazo izquierdo, CORAZÓN, y en el derecho, EJECUCIÓN.

Decidió al irse a acostar, dejar un lápiz y un papel junto a su cama, para escribir las palabras que su cuerpo le susurrara al despertar del siguiente día, y así fue, observando sus hombros escribió VALORIZACIÓN y FUNDAMENTOS sintiendo su columna; cerró los ojos para mirar hacia adentro y leyó claramente COMPRENSIÓN.

Ya resuelta a leerse completa, tocó sus oídos y leyó MÚSICA, siguió la línea de su naríz y escribió SECRETOS, averiguó lo que decían sus piernas y anotó AVANCE, mientras que sus pies le dictaban, BAILE y EQUILIBRIO.

Fue en ese preciso instante que llevó sus dedos al contorno de sus labios y conoció a su boca que dijo en susurros y amorosamente, “aquí, es donde viven las palabras”.

Escribió esa mujer entre mañana y mañana un libro hermoso, lleno de alegorías, y con todas ellas se puso de pie, se supo sol y luna, tierra y aguacero, miró otra vez sus dedos de lienzo y su rostro bordado,  sus piernas tejidas y su pelo de estambre.

Descubrió que estaba viva como todas las otras muñecas del estante, e hicieron una fiesta para recordar que anidaba en ellas la alegría, la tristeza, el abrazo, millones de diamantes.

mariafernandagutierrez