¿Y SI CONTAMOS UN CUENTO?

 

El astronauta


El día que a Saturno le nació una nueva tormenta… a mil trecientos millones de kilómetros, en el planeta Tierra, nacía Juan René.

Su mamá y su papá no saben explicarse si este fue un dato contundente para que a sus seis años, esté resuelto a ser astronauta y pilotear la nave que lo lleve a su planeta preferido, y de paso a visitar cualquier otro asteroide, galaxia o agujero negro que se le cruce en el camino.

Ustedes se preguntarán ¿por qué ha de ser importante una tormenta de un planeta tan lejano?

Sin embargo, lo es… ya que en Saturno las tormentas suelen durar siete, ocho o diez meses!!!  Y si hablamos de rayos, vientos y huracanes, no habría paraguas que aguante  uno de estos espectaculares diluvios.

Por eso es entendible que desde pequeño Juan René se esté preparando para subirse a la primera nave que lo lleve a investigar cada nube, cada anillo, cada aguacero de su querido planeta.

Primero se consiguió un casco que su abuelo le reacondicionó con sobrantes de latas de duraznos en almíbar, para que el granizo de las posibles tormentas no se lo perforara; una de sus tías le compró una campera y un pantalón de tela  plateada, para que se lo viera de lejos, también le hizo una capita, pero Juan René dijo que era peligroso, “a ver si tenía que flotar en el espacio y un meteorito se le enredaba en la capa”!!

Pero lo más maravilloso de todo fue su brújula especial, perdón, espacial, hecha de polvo de estrellas que su papá había traído cuando de pequeño visitó el Valle de la Luna. Con aquel polvo plateado pudo armar la mejor brújula, pues solo se orientaría hacia donde el corazón de Juan René deseara llegar en el inmenso Universo.

Y si alguien imagina que este cuento está por terminar con un “y colorín colorado…”, están muy equivocados, ya que por estos días todo está comenzando, su tía le prueba el traje sin capa todos los días pues Juan René no para de crecer, así que hasta el día del viaje habrá que hacerle algunos ajustes,  su abuelo tiene tiempo de buscar algún metal más duro para el casco; pero lo que nunca cambia es el brillo de su brújula que espera con calma que todos los planetas estén alineados, que las tormentas se detengan en Saturno y que ningún meteorito cruce el cielo en el preciso momento que Juan René inicie el más espectacular de sus  viajes.

Saturno, allá voy!!

Firmado: Juan René


m a r i a f e r n a n d a g u t i e r r e z







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