DÍA INTERNACIONAL DE LA NIÑA

 Si bien no suelo discriminar entre niñas y niños, ni conmemorar muchos "días internacionales de...", me ha resultado por demás alentador, imaginar que haya alguien... muchos, que consideren que es esencial observar qué ocurre con las infancias de las niñas en particular, ya que transitando el 2021, seguimos viendo casamientos de niñas con hombres mayores, o ablaciones o mutilaciones genitales femeninas antes de cumplir sus quince años.

Desde este espacio relacionado con los cuentos y con el mundo que propone LIBROSCOPIERÍA de avanzar sobre nuestro conocimiento a través del tacto (háptica), elegí compartirles un cuento, que recuerde a quién necesite recordar... que una niña es una niña, sin poner una fecha límite para ello; ya que muchas mujeres siguen padeciendo lo que en muchos casos comenzó a los tres, cinco o diez años, cuando debían estar disfrutando con alegría de sus infancias.




LA CAJITA MÁGICA


Eva era una mamá joven de tres niñas hermosas que eran su cielo, su mar, su jardín.

Se había casado con su primer novio, a quién había conocido en la escuela y de ellos nacieron, Azul, que ya tenía 13 años; Ambar de 10 y Alicia de 6, que definitivamente vivía en el país de las maravillas… su corazón.

Por aquellos días las cuatro mujeres vivían solas en un departamento pequeño, donde con mucho amor se habían acomodado, aunque había días en los que no se soportaban.

Azul, Ámbar y Alicia dormían en el mismo cuarto, por lo que generalmente reclamaban su independencia, refunfuñando cuando alguna escuchaba la música fuerte, o cuando no había música, o por el único motivo de ser tres mujeres en etapas muy diferentes de sus vidas.

Según toda la familia, Azul ya era una señorita y eso le daba la característica de no soportar a sus hermanas; Ámbar estaba a punto de serlo, aunque jugara al futbol con sus amigos y trepara a los árboles hasta lo más alto de sus posibilidades… y Alicia, vivía entre unicornios, varitas mágicas, flores e hilos dorados.

Esa tarde Azul había regresado de la escuela con Alejandro, su mejor amigo. Se encerraron en el cuarto a estudiar, pusieron música y nadie podía molestarlos, ya sabían sus hermanas cómo se ponía Azul cuando alguien la molestaba. Sin embargo, Ámbar, no tenía ningún problema en hacerlo, por lo que entró a su habitación sin mediar aviso y encontró a su hermana besando a Alejandro.

Qué asco, pensó!! Y salió dando un portazo.

Esa noche, en la cena, hubo enojos, silencio, lágrimas y regaños, pero Alicia había traído a la mesa un pequeño cofre con papelitos pequeños y sus lápices de colores, y explicó…

“¿hacemos un juego? para que no nos duela el estómago, la cabeza o el corazón, escribamos con el color que más nos guste, el mensaje que queremos darnos, luego lo guardamos en esta cajita mágica con unas flores que junté del jardín y un poquito de polvo de estrellas, que conseguí hace unas noches, y verán cómo mañana todo habrá pasado”.

Nunca sabremos si fue la cajita mágica de Alicia o que todas, incluso la mamá, estaban creciendo, pero desde aquel día no hizo falta cerrar la puerta para dar un beso, o enojarse por escuchar música. Hubo quien quiso seguir trepando a los árboles, quién continuó cosechando polvo de estrellas y una mamá que supo que podía volver a enamorarse.

mariafernandagutierrez





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